viernes, 1 de agosto de 2008

Bukowski club

Sentado en el metro, camino malasaña,
pensando en mi día, rutina, uno más,
mundo virtual, ficticio, no se toca, no se siente
informática, me da de comer, permitiéndome escribir.
Bajo en tribunal, miércoles, puede ser lunes, Madrid hierve,
llego a un bar, leo bukowski, mi segunda vez, no era virgen
Antes de dar el primer paso cruce de miradas, complicidad,
sin conocerme de mucho, acercándose al casi nada, me reciben,
qué pasa tío, cómo te va, mira este es Abel, estuvo en Illescas,
cara de sorprendidos, buenas palabras, me integro,
formando parte de ese todo, formando parte, que es lo que queda
en este mundo, el cual estoy viendo amanecer,
niño entre los niños, estudiando el alba, empapando mis retinas
sintiéndome pájaro, volando libre al fin y al cabo,
es lo que siento, me sale de dentro.
El motivo del encuentro fue una fiesta a sus camareros,
a ella no la conocía, a el un ápice, pero se ve,
canalla de barra,
psicólogo de profetas,
saco de boxeo donde vomitar tus problemas,
ricibiendo a cambio, un simple movimiento de cabeza,
asintiendo, muchas veces, sólo con eso nos basta,
sentirnos escuchados, tan sencillo como eso o tan complejo
acabó la función, despedidas y vuelta al metro,
pensando, distintos puntos,
Andalucía, León, Madrid, pero algo nos une,
escribir, sacar fuera lo que sentimos,
plasmarlo en un papel, rompiendo tu intimidad
eso siento, quitarme un poco de máscara,
con la que nacemos, y hacemos aumentar,
abro el libro que me han regalado,
primera página, bukoswki, gracias


Abel Aparicio González - 2008

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