martes, 10 de noviembre de 2015

Camino de Santiago por Manzanal




Se dice de Astorga que es un cruce de caminos, o al menos eso rezaban unas pegatinas que había cuando yo era pequeño, refiriéndose a la vía que transcurre entre Mérida y Astorga, es decir, La Vía de la Plata y el Camino de Santiago en su variante conocida como el Camino Francés, entre Saint Jean Pied de Port/Donibane Garazi y Santiago de Compostela, tomando el pueblo del País Vasco francés como inicio de ruta, aunque son varias las alternativas.
Es curioso que siendo La Vía de la Plata uno de esos dos caminos que se cruzan en la capital maragata, no goce en ella ni de una señal, ni de un cartel, ni de una flecha. Pero lo que más me sorprende de este cruce de caminos es que se olviden de lo que durante siglos fue el paso más transitado hacia El Bierzo por parte de los peregrinos que caminaban a Santiago, es decir, el paso por el puerto de Manzanal (1.225 m), con casi 300 metros menos de altitud que la Cruz de Fierro (1.505 m) en el puerto de Foncebadón.

Gracias a las revistas Astórica y Argutorio de Astorga, a Jovino Andina con su libro “Caminos de Santiago por el Bierzo Alto”, al Club Deportivo Bembibre BTT y  a Manuel Olano, director del Museo del Alto Bierzo en Bembibre y autor del libro “El ingeniero Carlos Lemaur en el Bierzo (1764-1778)” empecé a interesarme y a documentarme sobre esta ruta, lo que me llevó a realizarla en bicicleta de montaña el pasado 1 de noviembre, intentando ajustarme lo máximo posible a lo que pudo ser el recorrido de la peregrinación.

El camino lo empecé en la plaza del ayuntamiento de Astorga y compartiendo recorrido con el Camino Francés llegamos a la plaza Eduardo de Castro, apreciando el palacio y la catedral, donde eché en falta un indicador como el de Mansilla de las Mulas, donde se juntan el Camino Francés y la Ruta Vadiniense (San Vicente de la Barquera - Mansilla), pero ni rastro. A nuestra izquierda nos dirigimos a Foncebadón y a la derecha por la Puerta Romana o de Hierro a Manzanal, nuestro recorrido. Siguiendo por la N-120 y posteriormente por la N-VI salimos de Astorga y en ligera y continua ascensión dejando atrás varias fábricas de embutidos y hostales llegué a Pradorrey. En este pueblo, algunos documentos del año 1771 indican que hubo un hospital de peregrinos. La naturaleza quiso regalarme una de esas maravillas que muestra el otoño, una alfombra de hojas marrones, amarillas y rojas por las que casi daba pena pasar. Saliendo de Pradorrey volvemos a nuestra fiel compañera, la N-VI, para dirigirnos a Combarros. Aquí varios testimonios aseguran que se abrían las escuelas a los peregrinos que se dirigían a Manzanal y que existió  un hospital de peregrinos perteneciente a la Orden de los Hospitalarios de San Juan, cuya sede estaba en Puente de Órbigo. Había varios vecinos caminando y me detuve un rato para hablar con ellos mientras observaba el río Combarros y su arboleda. Volviendo a la carretera y ya con una subida más pronunciada llegamos a Rodrigatos, último pueblo de Maragatos en esta ruta. Un arroyo del mismo nombre cruza el pueblo y ese olor a chimeneas de leña hacen que te sientas a gusto. La subida a partir de aquí empieza a ser dura, pero una fuente a nuestra derecha nos regala su agua, como dándonos ánimo para llegar a la cima que se encuentra a menos de dos kilómetros.

En la cima del puerto aprovecho para hacer varias fotos y una pregunta, ¿este puerto divide realmente tanto a los habitantes del Bierzo con los del resto de la provincia? Personalmente creo que las diferencias entre el Bierzo Alto, La Cepeda y Tierra de Maragatos son prácticamente inexistentes, pero allá cada uno.

En Manzanal del Puerto, pueblo cepedano, hubo una casa de hospitalarios de San Juan del siglo XII y una ermita en honor al Cristo de la Calzada. En Manzanal es famosa la Gruta de Santo Tirso, del que dicen natural de Toledo. Según cuentan, en Asia Menor por el año 250 le cortaron los dedos y le martillearon los huesos, razón por la cual se le achacan poderes curativos con enfermedades reumáticas y óseas. La ermita se libró de ser atropellada por la A-6 gracias a la presión de la Junta Vecinal, para que luego digan que estas no tienen valor. Algo por lo que también es conocido Manzanal es por la estela de unos 4.000 años, de la que David Gustavo López y Óscar Guerra Pintor hicieron un concienzudo trabajo. En ella aparecen dos hombres, el dios sol y una deidad femenina. Según los autores, la estela tenía carácter funerario y estaba asociada a un héroe, colocada posiblemente al borde de un camino importante como lo es el paso por el puerto de Manzanal. A día de hoy luce en la fachada de la iglesia, siendo uno más de los muchos ejemplos de cristianización de un lugar. Aquí también los vecinos recuerdan como le daban albergue a los peregrinos en sus propias casas, siguiendo el turno de velía y si en sus casas no tenían sitio, les facilitaban una mañiza de paja. Recuerdan también como el alcalde les sellaba la credencial con el logo de la Junta Vecinal.

Por caminos y carreteras llegamos a Montealegre, donde encontramos dos miliarios, uno de ellos en forma de fuente, de lo que fue la vía romana que comunicaba Astorga con Braga conocida como la Vía Nova o vía XVIII en el itinerario de Antonino. De Montealegre y por una bajada que merece mucho la pena recorrer, llegamos al Monasterio de San Juan de Montealegre, que lo fue de San Martín de Montes hasta el año 1203. Fundado sobre el siglo X, se tiene la primera referencia escrita en el Concilio de Irago en el año 946. Este edificio que fue declarado en 1993 como Bien de Interés Cultural (BIC) hoy no son más que una pocas de ruinas que luchan por mantener la dignidad de lo que en su día llego a ser. La competencia de patrimonio entiendo que pertenece de forma directa a la Junta de Castilla y León, dejando una vez más a esta tierra marginada. Luego se quejan del desapego a esta comunidad autónoma por parte de los leoneses, harían bien en preguntarse por qué.

Desde el monasterio y paralelos al arroyo de La Silva, cuyo pueblo del mismo nombre dejamos atrás, nos encontramos con dos minas hoy paralizadas. En este punto nos despedimos de la comarca de La Cepeda y entramos en El Bierzo. El arroyo de la Silva desemboca en el río Tremor en Torre del Bierzo, donde hay un paraje conocido como La Huerta del Hospital.

De nuevo en marcha y por carretera escoltada por el Tremor, llegamos a Las Ventas de Albares, donde dicen que se encontraban tres rutas, la que seguimos, la que venía de Rabanal del Camino y el que se conoce como Camino Olvidado.
Muy cerca de Las Ventas de Albares está Bembibre, con el Santuario del Ecce Homo y el recuerdo de un hospital de peregrinos que  los franceses destruyeron en 1809. Bembibre ya cuenta con una escultura que homenajea la obra que hizo universal a esta villa, El señor de Bembibre, en la carretera que va a San Román. Será en San Román donde se conoció un hospital de peregrinos con el nombre de Santa Catalina.

Desde San Román salían dos variantes, una por Congosto hasta Cacabelos, cuyo recorrido hoy se hace imposible por el pantano de Bárcena y la otra por Almázcara y San Miguel de las Dueñas. Por este tramo de la N-VI se va paralelo a la A-6 y a la vía de tren, hasta llegar a San Miguel, donde nos dirigiremos al Monasterio Cisterciense, fundado a finales del siglo X. En el interior se encuentra un relieve labrado en piedra con una imagen de Santiago Apóstol. Antes de volver a la N-VI que nos lleva por Montearenas a Ponferrada, tenemos que compartir un pequeño tramo con la Ruta de los Canteros.

Ya en Ponferrada, ciudad que debe su nombre al puente de hierro (Pons Ferrata) que cruza el rio Sil mandado construir en el año 1082 por Osmundo, Obispo de Astorga y por  Alfonso VI, monarca del Reino de León para facilitar el tránsito de peregrinos, llegamos a la Plaza del Ayuntamiento y de aquí por la calle del Reloj a la Plaza Virgen de la Encina, donde di por finalizada la ruta

Espero que los organismos públicos que tienen competencia en este asunto así como los vecinos de los pueblos por los que transcurre la ruta se pongan manos a la obra y pongan en marcha este proyecto que beneficiará, entiendo que notablemente, a la vida de pueblos y ciudades que atraviesa. Quizás haya personas que quieran alejarse de la muchedumbre y hacer el camino de una forma más tranquila, sin seguir esa autopista de flechas amarillas que un buen día de los años setenta Elías Valiña –párroco de O Cebreiro- decidió pintar sin tener en cuenta el ramal de Manzanal. Espero que el apoyo que merecidamente se le está dando al Camino de Invierno (Ponferrada – Santiago por Valdeorras) también se le dé a esta variante y se noten sus beneficios, tanto para los peregrinos como para los lugareños. Depende del impulso que le demos, hagámoslo por nosotros, por la historia y por la naturaleza. ¡Alantre!