miércoles, 2 de noviembre de 2016

Sacando los colores a la Junta de CyL pol llionés

El pasado 18 de octubre Podemos Castilla y León presentó una Proposición No de Ley en la que se solicitaba llevar a cabo el artículo 5.2 del estatuto de Autonomía, el cual establece sobre el llionés que "su protección, uso y promoción serán objeto de regulación».

Bien, esa proposición no salió adelante. El resultado de la votación fue 8 votos a favor (Podemos, PSOE y Grupo Mixto), 9 en contra (PP) y 1 abstención (Ciudadanos, que con su abstención inclinó la balanza en contra del desarrollo del propio Estatuto de Autonomía de Castilla y León dejando clara su postura en materia lingüistica).

Este lunes 31 de octubre en la capital leonesa, durante la presentación del libro "Rellatos y poemas de la Caleya" (Lobo Sapiens, 2016), promovido por La Caleya y financiado por la Junta de Castilla y León (dentro de los 3.000 € destinados al llionés, este es el precio de la UPL), un buen amigo, José Ignacio Suárez, Nacho, miembro de la Asociación Cultural Faceira, dejó clara cual es su postura y le sacó los colores a Mar Sancho, directora de políticas culturales de la Junta de Castilla y León y por lo que refleja la cara de Enrique Soto, él tampoco estaba muy a gusto. Espero que disfruten del vídeo al menos tanto como lo hice yo:


martes, 1 de noviembre de 2016

Magostu, música ya poesía en Vitsablinu (Tsaciana - L.lión)

Ayer en La Tintorería de Vitsablinu (nel Vatse de Tsaciana) tuvimos un concierto de música y poesía acompañado por un gran magostu. Una experiencia inolvidable, unos grandes anfitriones, canciones en patsuezu (la variante del asturllionés que se habla en esta comarca) y un público que llenó el bar.

En el recital, aproveché para leer un poema de un amigo, Escandar Algeet. Aquí os lo dejo junto a algunas fotos.

Huevos y castañas
¿Cómo se sacan las castañas del fuego?
A los 17 mi madre vio que me iba de casa,
así que un día me cogió por banda
y me enseñó a freír un huevo.
Yo apenas había vivido más allá de las 3 calles de Palencia,
tenía un caudal de sueños por achicar
y un semáforo en rojo en la cuenta atrás de ponerse en verde.
Acababa de amanecer un nuevo siglo,
la gente de clase hacía pellas repartiendo cartas de universidad
y la castañera de la calle mayor
mientras
seguía dándole vueltas al frío.
Preocupada, intuyo, por el qué iba a comer y cómo,
mi madre
me enseñó a cocer pasta
cortar lechuga
y picar ajo para darle sabor al cerdo.
Y una tarde, como ya he dicho,
me cogió por banda
y me enseñó a freír un huevo.
Yo estaba en segundo de bachillerato
y lo único que me preocupaba
(no he cambiado tanto)
eran las chicas, el cine y la poesía
y en ese desorden
coleccionaba pósters pensando en cómo sería mi vida.
Pero mi madre,
tímida, preocupada y repleta de ternura,
insistía:
llenaba una sartén de aceite,
lo calentaba
y con los ojos me decía: aunque te quemes, tienes que ser fuerte.
Así aprendí a romper la cáscara,
a poner dos huevos sobre la mesa
y a sobrevivir en este mundo de mierda
que tanto me gusta tantas veces.
Cuando alguien me pregunta
¿cómo se sacan las castañas de fuego?
respondo
lo que aprendí viendo en las manos quemadas de mi madre:
quemándote
para que así otros,
los tuyos,
no se quemen.